Las cosas más complicadas
siempre suelen ser las que no tienes, porque no hay manera de deshacerte de
ellas, y tampoco puedes decir cambiar un día lo crees o sientes de algo. Es
como intentar quitar el calor cuando deseas frio, y llamar al sol cuando el
frío de llega hasta los huesos. No está a tu alcance.
El problema más grande
fue imaginar y convencerme de tantas cosas que estaban a años luz de distancia,
hubo inconvenientes cuando comencé a sentir que todo iba bien, porque ahora voy
en picada después de sentirme una nube en el aire.
Lo peor de desear un
reencuentro es darte cuenta que jamás pudimos encontrarnos, que ni siquiera soy
capaz de recordar momentos trascendentes, sólo pensamientos prometedores. No
soy capaz de acordarme de mil cosas, porque no construí recuerdos.
El calor derrite todo,
menos la verdad, por eso ahora reluce el que yo sobre aquí. Antes se notaba
menos que yo esté de más. Y es que ni siquiera tengo excusas o razones para
cambiar la página, pero entre más sigo leyendo el mismo fragmento del libro más
cuenta me doy que el la prosa no se siente bien con mi interpretación, quizá
cada palabra escrita es diferente a lo que creí.
Tal vez lo rescatable de
estos días es que por fin el cielo es más oscuro, que ya sentí el viento frio en
mi cabello y que pronto podré terminar otro año. De alguna forma noviembre se
parece a mí, tal vez todo eso es suficiente para darme cuenta que ni aunque me
peine, que ni aunque me ponga camisa.
No culpes al invierno,
son más heladas tus palabras y tu piel que la nieve que esta noche va a caer.
Tengo un cajón lleno de
muchos ojalá, algunos simples y otros
cabales, y tú yaces en ese cajón, justo al centro, rodeada de otras esperanzas
que decidí guardar, mas no abandonar.
No hay nadie como tú que
me haga sentir así en un arrullo de estrellas, te lo digo desde el alma y con
el corazón abierto. En un páramo de luz, despojados del dolor nos volvemos a
encontrar.
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