Siempre fue tu culpa

Desde hace algunos años, he visto a más personas decir lo importante que es demostrar que sea ama que a parejas estables. No sé desde cuándo he notado muchas irregularidades en todo, desde una palabra que no iba hasta decisiones que jamás debí haber tomado, como por ejemplo: nunca haberte hablado.

Culpo a las inseguridades que me provoca al resto de la gente; si yo no hubiera sabido lo que era ser lindo, como soy y como vivo me hubiera acercado siquiera para notar el olor del perfume dulce que, seguramente, estabas usando.
Culpo al tiempo, porque tal vez si el día no hubiera sido tan soleado, si tan sólo una tormenta cayera sobre nosotros, pude haberme acercado con la excusa de que la lluvia me mojaba y, ya estando cerca, podría haberte hecho un comentario sobre lo cambiante del clima o quizá sólo haberte volteado a mirar.
Culpo a mi familia, porque si tan sólo no me hubieran criado de la manera en que me siento ahora, pudiera haberme acercado y quizá, sólo quizá, estaría despierto a las 6:30 de la mañana porque quiero desearte el mejor de los días antes de que salgas de casa, y no porque desde que te vi parecía que me hubieses robado el sueño.
Te culpo a ti, pasión: si no te tuviera siempre conmigo, no sería el típico niñato que ve a una linda mujer y quiere pasar sus días junto a ella, para protegerla y demás cosas que se ven bien y que a las mujeres les gusta leer.
No puedo terminar de repartir responsabilidades sin recordarte a ti, indiferencia, porque eres quien me dice todos los días que solo estoy bien, que para qué necesito a alguien si de todas formas me quitará tiempo, y cuando realmente me importe, estaré lo suficientemente ocupado como para estar seguro de que necesito más de lo que puedes dar, siendo un inconsciente de que debo darte menos, porque no dejaré nada para mí, nada en mí para confiar.
Pero, sobre todo, te culpo a ti, porque te apareciste, y tu vestido floreado, tus vans rojos, tus lentes ray ban y tus audífonos morados estaban tan cerca de mí, y eras tan cruel estando allí parada sabiendo lo hermosa que te veías, sabiendo cómo me sentía, ¡y no hiciste nada! Sólo estuviste parada, pensando en mil cosas, y quizá por la cabeza te pasó el tipo de al lado que se notaba dudando por un largo rato, que se notaba pensando, como buscando alguna razón lo suficientemente estúpida como para hablarte y no quedar como un imbécil, quizá pensabas qué pasaba por mi cabeza, quizá pensabas si iba hacia mi casa, mi trabajo o tal vez con alguien que, con sus caricias, resolviera mis dudas, que ella fuera mi excusa perfecta para estar, y nunca imaginaste que deseaba que fueras tú, así como he deseado tantas cosas y, sin tú, la culpable, ser la diferencia, tampoco se cumplieron. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nunca nadie comenta. Me alegra que tú sí lo vayas a hacer.