Misógino


No sé cómo llegué aquí, puedo jurar que hace apenas unos días estaba despidiendo un año, recibiendo otro, acompañado de mi familia, pero el calendario me dice que ya es abril.
El tiempo se fue tan rápido, y no sólo hablo de los últimos tres meses, sino de los últimos cinco años, porque en mi armario aún hay cosas que usaba hace un lustro, mismas que ya no necesito, ropa que ya no me queda, pero es la que me hace recordar quién era. Playeras de bandas que ya no escucho, al menos no antes. En mi computadora, fotos de cuando todo era tan fácil como ir a la secundaria, jugar fútbol y verla.
Ya no me dan ganas de hacer las mismas cosas que me apasionaban, la misma gente de siempre se va haciendo tan igual, tanto que pido piedad por no verlos más.
Sé que no es cosa mía, muy seguramente existen personas que dejaron de verme, y que ni siquiera notaron mi ausencia, existen muchos más que sigo pasando a diario por sus días, y no les hago diferencia, y no me notan, y quizá es la misma gente que yo noto de más.

No quiero creerme lo que no será, no quiero sentir que es normal ganar, porque estoy acostumbrado a fracasar, aceptar y seguir. Si es posible, volver a intentar, pero ya sin esperanzas de lograr. Las personas tienen esa costumbre de siempre querer llegar, la extraña sensación de querer lograr cosas imposibles, como volar, como caminar, como querer volverla a mirar y que ella te desee observar. A veces desaparecemos en el momento adecuado, muchas otras veces nos vamos antes de lo planeado, pero la mayoría de los momentos seguimos, estorbamos y no queremos aceptarlo.

Foto -  http://www.lpi.usra.edu/lpi_40th/1979.shtml

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nunca nadie comenta. Me alegra que tú sí lo vayas a hacer.