Hace tiempo que me siento así, no es ya casualidad querer
mentir para no tener que salir de mi cuarto, de mi comodidad, misma que está
ausente fuera de mis cuatro parades, cero ventanas, sin entradas para el sol y
mucho tiempo para pensar.
Quizá todo comenzó hace un año, tres meses y siete días, cuando desperté un domingo y era un día más en que sumaba un número a mi edad, y notaba las cosas tan iguales, tan sin valor, sin la necesidad o gusto, con un sabor de boca amargo por la misma cena de la noche anterior, la misma de cada sábado, despertaba y quería seguir durmiendo, quizá no por mucho tiempo, pero sí el suficiente para no sentirme tan miserable.
Quizá todo comenzó hace un año, tres meses y siete días, cuando desperté un domingo y era un día más en que sumaba un número a mi edad, y notaba las cosas tan iguales, tan sin valor, sin la necesidad o gusto, con un sabor de boca amargo por la misma cena de la noche anterior, la misma de cada sábado, despertaba y quería seguir durmiendo, quizá no por mucho tiempo, pero sí el suficiente para no sentirme tan miserable.
Quien era la única que me hacía sentir feliz, o al menos
olvidarme por lapsos de lo mal que me siento, se fue, y dejó suficientes marcas
con palabras precisas para sólo empeorar lo que yo mismo ya me había creado, un
mundo donde la conciencia y las ganas de hacer, quitar y volver a poner, se
habían ido junto con el 2012.
Me harté de las frases de siempre, las mismas que mis
conocidos se dicen a sí mismos para no saberse arruinados como yo, no me
interesa levantarme para ver a alguien, tengo tiempo sin caminar con la emoción
de encontrarme con alguien, sé que han pasado años desde que a alguien le
emocionó mi presencia, desde que alguien sintió emoción por un mensaje mío.
Pienso mucho, quizá más de lo habitual. Trabajo,
responsabilidad, deberes, fin del tiempo libre, son palabras, conceptos que
rondan mi cabeza perennemente. No quise comprometerme con esto, yo nunca quise
tener un auto, una casa grande, no quise tener que pagar servicios que no
usaría lo suficiente para tener tanto valor, no quiero tener que pagar por
calzar, no quiero tener que esforzarme por gustarle a alguien, afeitarme a diario,
bajar de peso, peinarme o incluso usar un blue jean diferente cada día; lo que
en serio quiero, lo que en verdad necesito, es necesitar algo, porque de hace
un tiempo para acá, dejé de hallarle sabor a las cosas, dejé de encontrarle el
sazón de vivir cada momento y, de hace unos meses para acá, comencé a rendirme
en su búsqueda.
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