Kakorrafiafobia



Noches enteras intentando recordar por qué no dormía. Días enteros deseando volver a encontrar bienestar como el que tenía, como el que me sobraba cuando andaba y tenía amalgama de sentimientos, mismos que me eran nulos después de unos duros contragolpes, siempre después de una nueva piel.
Fracaso, palabra que existe en mí desde que salí de una corsa llamada vaso de hierro o como muchos le dicen, casa.
No de mi hogar, no de mi familia, sino de una etapa comúnmente vivida y difícilmente olvidada.
¿Cuántas letras creí que leería? Ni un libro, ni una novela. Pocas veces leí palabras que no fueran de ella. Ni un ensayo, ni un poema. Era imposible sentarme a entenderla.
Líneas y líneas de fotografías, soles nacientes, noches afónicas con los gemidos de la mujer que tapaba la muchedumbre de la feria de la ciudad.
Líneas y líneas, corcheas y semicorcheas. Canciones de ¾ y en ocasiones no iba a ritmo, como antes me lo habían pedido; fallar por el bien de todos. Fallar para hacer algo a mi modo.
Entre líneas nunca te leí, claro nunca entendí. Es tan fácil rimar cuando no sé nada de ti. Vivo bien, no me falta nada. Ni letras ni palabras. Tengo el pelo como me gusta y unas canciones por escuchar, unas llamadas por hacer y varias calles que caminar.
Tengo una idea, nunca la ejecuto. Tengo dos ideas, si no pude con una ahora me parece absurdo.
La tercera no llega, es terca. Estruja la noche, mata el día, asesina la neblina, estrangula el porcentaje. Resalta las palabras. Sueña dormido, lo de soñar despierto es un cuento.

Mándame un tweet, alégrame el timeline. @EdTorresR


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