Los callejones de Nice

Tengo tiempo viajando en un autbús con un montón de gente y depronto te vi. No sé qué hacías ni a qué le dedicabas tiempo, no sabía de qué forma de ibas a ir sin dejar en mi una huella o una historia, porque si de algo estaba seguro era de que no tenías el suficiente carisma como para carle bien a todos, no tenías el suficiente subdesarrollo mental como para formar parte de todas esas confusas fiestas, y es por eso que escribo cada noche algo sobre ti.
Eres callada, he podido notarlo. Sé que detestas el ruido, cuando tu música sube demasiado puedo ver en tu ceño cuánto te molesta, sé también que te fascina el color celeste, no hay día que no uses calcetas, blusas o un sombrero de ese color. Debo decir que ese tono colorido sólo por ti está iniciando a ser mi color favorito, pero creo que sería igual con cualquier otro, tal parece que a ti todo te sienta bien.
Eres descomunal, no eres parecida a alguien que ya haya conocido antes, eres como si hubieras hecho a mano, edición especial. Como si fueras hecha con un específico propósito sin márgen de error.
Eres indecifrable, a veces estás de buen humor, aunque siempre es difícil notarlo, pues no hablas con nadie. Eres seria y tranquila, pero siempre puedo notar tu sonrisa o aflicción cuando escribes en tu diario, en ese diario que me gustaría pensar que está lleno de letras melosas pensandas en mí, a veces sonríes, a veces lloras. Sé que extrañas casa, todos aquí la extrañamos, pero si vas pensando que al regresar tendrás algo que contar, los viajes se hacen menos pesados.
No he tenido el valor de hablarte, siento que eres casi inalcanzable, sé que aún quedan muchos días de viaje y de andar cargando, sé que vienes sola igual que yo, sé que tienes una letra hermosa y que cada que escuchas música finges dormir, porque sé nota que sonríes.
Ahora que me doy cuenta, no sé qué idioma hablas. Eres tan distante, la última vez que te vi mover la boca fue cuando sollozaste leyendo un libro rumbo a Vaticano, parecías extrañada e identificada con el texto que el libro marcaba. Hablando de leer, sé que ya terminaste todos tus libros, te prestaría algunos de los míos, pero todos están en español, puede que sólo los aceptes por compromiso y jamás los leas por no entender, puedo asustarte al acercarme o puede que te guste, te agrade y terminemos viajando juntos. No sé, un día habrá que intentar.
La otra noche, parecías más distraída de lo normal. A penas horas atrás te había visto unirtenos a un festejo por dos semanas de viaje, después te fuiste separando del grupo atrayendo toda mi atención, llevaste mi atención y acabaste con todo interés en esa reunión.
Por fin, logré acercarme a ti, no tenías lágrimas ni sonrisas. Estabas en un estado totalmente neutral. Tu mirada era retórica, contemplabas la ciudad de una manera asombrada, supongo que entendías lo pequeños que somos e insignificante sentido que poseemos. Debo admitir, ver todo eso me deprime porque sé que un día va a terminar todo como lo conocemos hoy, pero después de pensar me llena de adrenalina, saber que estamos en una bomba de tiempo y lo mejor que puedes hacer antes de que explote es recorrer toda la dinamita de la forma más feliz posible.
¿A qué se deberá tu distracción viendo a todo y con unos ojos nulos?
"Hola", te dije. Contestaste igual, al menos sé que hablas español.
Pasé un rato contigo hasta que decidí irme, te sentía igual que cuando llegué. Ni siquiera te notaste incómoda con mi presencia. Sólo seguías viendo ese paisaje urbano hacia un lado y montañas fabricadas hacia el otro.
Ya estando de nuevo solo, me sentí como idiota, debí hablar más.
En el viaje volvimos a hablar, contestabas mi intento de diálogo de la forma más sútil, amable y cortante posible, era obvio que no ibas a socializar, sino a conocer lugares. Lugares, no personas.
Eres la persona más difícil que he conocido, atractivamente complicada. Eres hermosa, pareces intelectual y eres muy reservada.
Sigues escribiendo en tu diario y yo en mi computadora, un texto mío decribiéndote a ti desenado que nos escribamos algo juntos en la piel.
Debo alejarme, lo sé. Pero nunca olvidaré a la mujer que escribía en su diario, hablaba español y terminó todos sus libros. Me hubiera gustado saber tu nombre y un poco de tu historia, pero por algo no hay memorias.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nunca nadie comenta. Me alegra que tú sí lo vayas a hacer.