La muerte está tan segura que nos va a alcanzar que nos da una vida de ventaja.

Tengo una mitad de vida madura, tengo unas tardes ocupadas en pasatiempos que no dejan ni bueno ni malo, tengo una manía por recordar cosas que ya no será, aprendí a vivir con lo que tenía deseando tenerlo hoy, careciendo de conciencia y viendo en ti todo lo que le faltaba a mi precencia. Tengo dos opciones: Olvidarme o recordarte. Olvidar es por acción contraproducente, si te vas de mi pensamiento se va lo bueno, pero si te recuerdo al menos te pienso, y pensándote sé que existes o exististe. Pero hay momentos justos, como aquél donde fuimos exactos, en los que debemos cambiar lo que tenemos y cambiarlo por momentos, llamémosles, buenos.
En tu frecuencia encontré la exacta dosis, los de panteón rococo bien lo dijeron, la dósis perfecta está en tus caderas. Entre hambruna de la costura de tu heridas laterales, entre incertidumbre al saber qué te hice, pero en letras idiotas como las que escribo, intento de prosa, pero pareciendo otra cosa. Fuiste exacta, fuimos exactos, pero de eso ya no queda nada, mucho menos la noche que nunca pasamos escondidos en la cama de tu cuarto.

En día de muertos se celebran tantos fallecidos, familiares y amigos, amigos y familiares, amores e ilusiones. Como las que con tu "Te odio" mataste.
Rompimos el cielo juntos, estallamos como menos queriendo, queriendo menos estallamos. Pero hoy las palabras muertas son celebradas, como los recuerdos que ti habitaban de nuestros momentos, momentos que otro opacó, y le agradezcó, por si una vez lastimé tu pequeño  corazón, él lo sanó. Lo sanó tan fácil como rimar todo en "o"

Hoy mi cuerpo necesita de ti, y saber que la dosis perfecta en tus caderas, en tus labios, tu sonrisa, tu cabello y ese cuerpo que me eriza. Si vuelen no esperes amor, espera que quiera quitarte la camisa, tocar tu cuerpo y sentirte en tu desprecio entero, pero al menos poder tocar asombroso y semejante cuerpo. El que pensaba que tenías, claro.



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