Hecho para terminar

No faltaba tanto, era cuestión de tiempo para que todo esto pasara. A lo largo del tiempo habíamos hecho un caso totalmente omiso a lo que se decía, ya se advertía que el fin llegaría, todos lo tomamos como una predicción falsa igual que todas.

Las personas fuimos cayendo cuando después de estudios y de revelar esos sucios archivos hallados en Italia, Vaticano, sobre la inexistencia del Dios del cristianismo. La gente se sucidaba, la Iglesia no sabía dónde meter la cabeza, el Palacio de Vaticano fue incendiado y reducido a cenizas, muchos sacerdotes fueron acribillados por grupos radicales, y fue ahí dónde todo iba comenzando.
Después de diferentes sucesos, la gente comenzó a buscar algo superior, más dioses para respaldarse en algo y darle miedo a la gente menor con alguien que los haga sentirse culpables. No hubo tal cosa como el inventó que duró miles de años controlando a la gente, culpandola de algo que no hizo.

Los gobiernos se notaban preocupados, al derrocar a Dios no había algo más con que controlar, no había una Biblia o un corán al cual respetar, estabamos más que seguros que estabamos solos, que bien era cierta la teoría de la evolución, que habíamos estado equivocados generación tras generación.
Se necesitaba una catarsis cooperativa, pero nos era imposible asimilar el dolor y el daño causado, lo peor era que siempre supieron ellos la verdad, y nos quitaban dinero, nos hacían manifestarnos en templos, nos hacían respetar a sacerdotes espurios, fue por eso que la gente no aguantamos lo suficiente.

Los golpes de estado comenzaron en la misma Italia, se extendieron hacia la Monarquía española y hoy aún rondan por Bolivia. No había un control a los grupos radicales, sabían que era su momento para actuar y hacer valer todas sus peticiones, todo lo que el gobierno había quitado y robado.
Nosotros, los humildes pensadores, veíamos como el mundo se venía abajo, las monedas Europeas eran muy baratas, no había balance en los paises que aún tenían un gobierno democrático, no había comida ni energía eléctrica hasta que los grupos radicales daban el golpe de estado, ellos estaban ya afiliados con Venezuela para conseguir petroleo, con México (Chiapas) para la energía eléctrica y muchos más paises que ya había sido derrotados.

Lo peor que se podía hacer en estas épocas era tener un hijo, no le ofrecías nada y nada podías hacer para algo ofrecerle, las familias o parejas optaban por asesinar a los hijos, sobre todo si eran primogenitos, no había que dejar rastro de personas, así que se quemaban, se deshacían en ácido. Culquier cosa para que no se ocupe más espacio en este lugar.

Pasó el tiempo y los países ya no tenían un gobierno, todo continente era controlado por un grupo radical, todos se servían a todos, sin temer de un Dios que no permitiera simpatizar entre distintas razas, sin prohibir comer algo, eramos verdaderamente hermanos.
Entre charlas de la junta internacional, se decretó desaparecer las monedas, los billetes; el dinero. Hoy nada iba a costar algo "montario", su único costo sería ayudar, cambiar y apoyar a los demás. El dinero no existía más.
Las fronteras eran cosa del pasado, no existían ya los países, eramos la unión de todas las tierras, o al menos lo que quedaba de ellas, eramos especies viviendo lo nunca vivido. No había una línea que dividiera un país rico de uno pobre.
Esto ayudó tanto, familias que les era imposible verse por los costos de viajes, se reencontraban y se podía decir que vivíamos donde mismo.

En mi caso, vivía solo, mi familia había muerto en el golpe de estado Valencia, España. Cuando lo supe, yo estaba en México a punto de irme a la península ibérica. Después de eso, no supe nada, ni siquiera de sus cuerpos, me dijeron que había sido cremados y esparcidos en Oviendo. Fue ahí donde me sentí realmente solo, era yo contra un intento de Pangea.
Después de cancelar todo valor de dinero y desaparecer toda frontera, decidí vivir, decidí salir y llegar lejos por mis medios, decidí que podía hacer lo que quisiera, pero había siempre algo que me detenía. Tenía ya 33 años y jamás había encontrado a alguien con quien estar ni por quien levantarme temprano, nunca tuve una novia, mucho menos un hijo. No había duda de todo mi vacío.

Después de un tiempo, se encontraron datos sobre una extinción humana, nadie podía creerlo, pero después de unos días, la junta internacional salió a declarar que todos estos datos eran verdad, que fuimos siempre parte de algo planeado para terminar, desde ese día no pudieron nacer más bebés, las mujeres embarazadas al dormir, morían (aunque de todas formas, los bebés serían exterminados al nacer, el final de la especie lo estabamos provocando nosotros).
Se comunicó que cada persona era capaz de hacer lo que quisiera, pero todo aquél que matara a un humano sería considerado como traicionero y llevado a lejanas Islas de los Archipiélagos para que muriesen de hambre, o incluso se mataran entre ellos.
Cuando se dijo que eramos capaces de hacer lo que quisieramos, fue cuando me decidí y salí, viaje por los lugares que en su momento fueron los más hermosos. Cuando estuve en lo que antes era llamado "Francia", vi la Torre Ifel partida en dos tirada en el suelo, pude ver en lo que antes llamabamos "Egipto", pirámides hechas sólo arena. Y siempre, veía a una mujer tras de mí. En cada lugar y cada viaje, ella iba observado igual de admirada todo eso que yo también contemplaba. Debo admitir que su presencia me sonrojaba y me hacía soñarla, ella parecía alejarse cada que yo la miraba.
Un día, en lo que antes llamaban "Holanda", hablamos, me platicó que su familia fue exterminada por completo despué de querer conservar a un niño recién nacido. Ella no estaba cuando esto pasó, pero bien recordaba la cabeza de su madre junto al seguro de una granada.
Contó su necesidad de conocer el mundo que estaba ya terminando y poder ser parte de la tribulación afortunada que conoció y se arrepentió de todo eso que con sus acciones terminó.
Fuimos compañeros de viaje durante el resto del tiempo que podíamos. En cada paso, era más difícil respirar y nuestro estómago parecía recibir golpes. La gente contaba que eran los sintomas la extinción, debo admitir que yo tenía tanto miedo, pero ella parecía tener más.
Una noche, dormíamos en lo que quedaba de "La muralla China", cuando yo le desperté y le pregunté "¿Qué es lo que más te da miedo?", ella se sentó y me dijo "Temo no saber qué día es cuándo muera, qué mes, qué hora". Decía esto porque no sabíamos qué día era, ni qué mes, mucho menos que hora. Las estaciones del año no existían, parecía invierno siempre. La luz del día duraba tal vez 4 horas, y el resto era penumbra, y de los meses ya ni hablamos.

El tiempo pasó y se decía que sólo seguía con vida el 14% de la población, y ese porcentaje tenía todos los sintomas de extinción, era cuestión de tiempo para terminarnos.
Era muy complicado hallar una persona, había gente que se decía que moría de soledad, de no tener con quien hablar, era como explotar, decían.
Cuando caminabamos por bosques, era donde más cadeveres había, parecía que todos querían morir en silencio.
Yo sé que no me falta tanto para ser parte de esa tribulación, por otra parte mi acompañante parecía ser más fuerte, pero en el fondo yo sabía su dolor, a veces la veía tocarse la panza como si quisiera arrancarse el estómago, pero siempre quería hacer pensar que estaba bien, sobre todo pienso que quería creerse eso ella misma, puesto que yo y todos sabíamos nuestro final, inevitable final.

Mi voz ha desaparecido, dicen que este es el último sintoma de la extinción. Con ella me comunicó con miradas, ella aún conserva el habla. Me platica cosas e inventa historias, yo atento la escucho, a veces me hace llorar de tanto recordar.
Hoy hallé una libreta y un lápiz, le escribí que estoy enamorado de ella, le escribí que la amo y que quisiera saber su nombre, puesto que nunca se lo pregunté.
He dejado la hoja con todas esas palabras al lado de su mano derecha, estuve atento, no dormí esperando que ella despertara y poder mirarla a ella, y luego hacia la carta para que la leyera. Ella no tomaba largas siestas, pero esta ya había durado mucho, intenté moverla para sacarla de su limbo. Jamás despertó.

Hoy estoy solo como nunca,  creo que estoy en lo que antes era "Australia", no creo poder avanzar un kilómetro más. Este parecería un buen lugar para extinguirme, ha pasado mucho desde que vi una persona que no fuera ella. Quizá un año, la última vez que supe, sólo restaba 8% de la población, y de ese dato hace ya mucho. Seguro hoy sólo queda menos de 1% y soy de esa desafortunada cantidad. No tengo fuerzas para suicidarme, pero el aire es cada vez menos y el estómago me quema, tengo sueños terribles, no puedo dormir.
Sólo pido exterminarme, que esto termine rápido y poder irme. Ya no quiero vivir, ya no quiero. Extraño a mamá, extraño a papá. Extraño caminar, extraño hablar con alguien, extraño el mundo que eramos, el mundo que terminamos.
No sé nada de lo que pasa fuera de el arbusto que está frente a mí, extraño oir el ladrido de un perro, quizá 20 años de no oirlo.

Escribo las últimas palabras de la civilización para que nadie las lea.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nunca nadie comenta. Me alegra que tú sí lo vayas a hacer.