Siaverzi



Las esperas son eternas. Tal vez casi eternas como cuando no le veo el final a tus piernas. Tus ojos se mecían sobre redes de alfileres y yo nada podía hacerle. Entre sillas vacía e idolatría absoluta a lo no absoluta donde no hay fondo, sólo momentos en donde quedo perplejo. La espera es eterna, quizá eterna como cuando no le veo final a tus abrazos, estábamos destinados o algo había pasado. No creo verme adaptado a lo que me había creado como humano. Supuesto humano ególatra de sabiduría y escaso de alegría. Alegría, eso que a ti a mí tanta falta nos hacía. Eran esperas desesperadas en lo que veía lo eterno de tu nace nodriza que parecía que gritaba que aquí ya no pertenecías, era aun una noticia donde no se podía tener caricia, donde no se tenía que tener caricia. Sólo debía hallar el final de tus eternas piernas. De buscarlo no me cansaría.
Puertas de madera y perillas doradas. A maneras de oro falso como lo que me dabas, falacia en la eternidad de creer que las canciones de amor dedicadas eran nuestras, nuestras y siempre nuestras.
Eran zapatos bien lustrados a rutina de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Odiando y queriendo y creyendo lo mismo a viceversa, tan fácil que es rimarlo con reversa, pero en esto nada va para atrás. Nada se regresa.
Hilos en conjunto posados sobre al armario. Indumentaria de sentido común, más corriente y menos decente que lo que veía de ti cuando inicié en tus dedos y busqué el final de tus piernas. Tus eternas y suaves piernas. Lo que hacíamos correcto no era, pero a quién le importaba si nosotros a nadie importábamos. Fingir sexo por tener amor no estaba mal, lo malo era siempre cuando yo fingía amor por tenerte sobre mi cuerpo. De todos el que menos te merecía. De tantos cuerpos perfectos elegiste el menos correcto para hallarle el final a tus piernas.
Los peldaños marcan tus años y con ello todos tus daños. Tan fácil que es rimar esa letra, pero tan difícil robarte amor. Lo que hace mucho en ti otro acabó.
Capítulos de nuestra biblia inconclusos por apóstoles subordinados nuestros que con el tiempo se fueron alejando solos o fuimos sus mismas jugadas y por la espalda traicionamos. Tratamos de terminar esos capítulos con otros apóstoles.
Cuando hallé la eternidad de tus piernas quise siempre vivir en ellas. Ahora hacíamos que dibujábamos un camino, tú te ponías una piedra y yo hacía como que me volví a tropezar contigo, diciendo que no volvería a ocurrir. Que las esperas, los zapatos, la indumentaria y el fingir sexo para tener amor acabarían esa vez. Siempre esa vez. Pero cada viernes, yo después de la escuela y tú después del trabajo nos convertíamos tú en piedra y yo en andante del camino del libertinaje.
La lujuria era nuestra cárcel y parecía que el celador era la falta de amor, las cadenas estaban abiertas, siempre dispuestos a huir, pero algo siempre me llevaba a buscar el final de tus piernas y en ellas de nuevo al delito, y del delito de nuevo a la cárcel, cumpliendo sentencia sin pudor. Y ¿así cómo no volver a encarcelarme en todos sus labios?
No conozco la mitad de tus gustos, no conozco la otra parte de ti, no hay día en que no lleguemos y empecemos. Ni siquiera “Hola” nos decíamos, éramos dos.
Aunque nos quedáramos en tu casa, usabas vestidos tan elegantes como las mujeres que veía en mis viajes. Lúcida y empírica en cada ocasión. Tu cama una guerra y al final de la batalla los dos guerreros duermen abrazados, y al despertar falta uno. El que ganaba la batalla era el que decía “Yo te marco”
Guerra sin fin, como el camino de tus piernas.
Existen dos versiones de esto. Tú siempre discreta, creyendo que me haces creer que no te importo. Dándome el poder para tomarme como preso y sin pedirlo darte el poder. Pensabas que podías creerte la reina, te deslindas de todos cada noche, y sin reproche estás conmigo, diciendo luego que no me conoces, pero no creas que no sé, a tus amigas le hablas de mí, en tu diario estoy en cada página, en tu cabeza estoy a toda hora y en tu corazón soy el único que mora.
Pero en la versión que tengo yo creo que te conozco más de lo que quisiera, sé lo que haces y siempre te entrego todo lo que tengo, no merecemos tú y yo ni lo malo ni lo bueno, no merecemos nada. Me deslindo de ti por unos minutos, sólo mientras bajo la escalera y todo recuerdo, pero camino a casa sólo en tu cuerpo pienso, pero después el aroma de tu pelo y el sentido de tu velo que me acompaña en cada madrugada a cada velo me tiene. Sé que tu éxtasis me pertenece, porque sé que lo provoco, y sé que no te engaño, desde el principio te dije que no buscaba compromiso. Cuando te vi, aun recuerdo lo que te pregunté “Qué bonitos labios ¿me dejas probarlos?” y tú con tu sonrisa no lo dudaste y a mis labios te entregaste. Admitamos en que en ambas versiones los dos creímos que sería cosa de una vez, pero otra vez estuvo bien, y otra más, y otra más, y otra más. En la versión de mi vida, tenía hecho mi plan de vida y de pronto llegas tú a arruinarlo con tantas perfecciones que me dieron ilusiones que no quería y ahora no puedo deshacerme, pues lo que me mantiene tan sonriente y mejorado, como cuando tomados de la mano a media noche lo más lúgubre nos besamos.
“Ya no quiero a alguien como tú a mi lado, quiero a alguien que no se parezca a nadie y que me haga sentir como nunca” diría @SoyUnaRama
En mi versión aprendí a acomodar las cosas en su lugar: El pasado en el pasado y el presente en el presente.
Ahora que estamos juntos sólo por lo externo, entiendo que cuando éramos pareja el problema no fue que te hayas ido, el problema de cuando regresaste fue que no me trajiste nada. Te volviste a ir y me hiciste mediocre. Ahora parece que sin mí no puedes, parece que me necesitas para noches, tardes o mañanas, depende a qué hora me mandes el Whatsapp para ponernos de acuerdo. Pero ¿acuerdo? Esto es tan espontaneo como el final de tus piernas, el final de lo eterno. Jamás me lo espero, y de pronto estoy expuesto e indefenso, no quisiera tenerte de nuevo y las cadenas están abiertas, pero dime cómo me voy, cómo alejarme de esa forma en como me besas. Cuando éramos pareja lo hacías bien, y parece que ya tienes más kilómetros en tus labios y qué bien la vida te ha enseñado, pero no esperes que te hable con cariño, que eso lo destrozaste hace años y no puedes repararlo.
Todo estaba bien cuando sabía que estaba mal, y todo empeoró cuando mejoró. Cuando dijiste que querías una relación, pero ¿y yo? Sí. Yo también quería una vida contigo, pero te tardaste mucho y opté por continuar por mi cuenta hasta que un día ya no fuiste necesaria. Hoy vienes a mi solicitando lo mismo que yo un día te pedí y me negaste. Pero ¿sabes? Nunca te fuiste. Te quedaste para siempre entre mis letras. (@RobertoRocha_ )






Algunas frases citadas fueron sacas de Twitter, de la señorita @SoyUnaRama y del caballero @RobertoRocha_
Suspiros provocados, agradecimientos a ellos

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nunca nadie comenta. Me alegra que tú sí lo vayas a hacer.