Rey del terror, oh amado Señor



La gente llora arriba, detrás y al lado del árbol, lloran sin consuelo al sentirse inútiles después de lo ya hecho, anonadados quedaron cuando les dije lo mal que habían actuado. Matados fueron los sueños y flageladas fueron las esperanzas hoy ya sin tierra derramada. Yo también tuve miedo, pero ya se fue. El viento dictaba en lo honorario los próximos movimientos, los vientos nunca se equivocan, pues son una certeza comprobada de lo mal que todo andaba, pero ¿qué le hacíamos? Nada podíamos, ni para tararear nos alcanzaba, pero eso sí, llorábamos la desgracia del desacuerdo de lo poco atento que habíamos sido con nosotros los pocos que aun nos importaba, pero no decidieron más que bajar por el cielo azul esperando el Armagedón, donde todos hubiéramos muerto al mismo tiempo y no sólo tendríamos que matarla a ella como cada noche que aparecía la esperanza de que renaciera en alguien mejor, alguien que no tuviera parentesco con nosotros, con pelo rubio e idiotez que flagela la humanidad y la evolución. Debía ser ella siempre, es por eso que noche con noche moría, ella decidió hacer sombra aunque el sol le quemara la espalda. Pero después de eso, sigo contando con mi rifle los que morirán en el huracán. Pero no sólo ellos, sino también aquello bajo mi puño se arrepentirán del horror y el martirio de años.

Nuestra idea era clara, entre tristeza e historias del señor Jesús con anarquía y descontrol en la celebración, siempre muertos nuevos en nuestra mente, al menos en la mía donde a todo mataba y a todo idolatraba como si no hubiera un mañana para mí. Los que carecían de mañana eran ellos, yo busco un Octubre final en donde haya un nuevo amanecer, donde hacer que les celebren el primer día de muertos entre ratos de flores amarillas y congregaciones absueltas de la virgen Morena, pues en ella no hay ni paz ni pena.
Mi voz desapareció, igual ya no hablaba bien, pero espero la salvación, se acercan las tormentas y yo mirando la pared, besando la pared igual que ayer, igual será mejor anunciar la obscuridad de la galaxia donde renaceremos en este octubre final, Señor danos salvación. Mira la radiante estrella que de un disparo matará tu luz y nacerá la perpetua obscuridad donde, seguro, mejor estarás.

Esto escribo a los muertos y a los que mataron. Adolescente incauto con ideas religiosas antisemita, discapacidad de pensar y hacer el crimen original: matar. Te escribo a ti en una noche de los muertos, en una noche de muertos de ciudad que mataste. Vas al infiero con el caos de los similares a ti. Escribo a muertos y a los que mataron con ideas de dinero, con ideas de suprimir a Palestina, escribo a aquel que ha matado y a aquel que en matarse a pensando. Escribo como canto para que alguien lea, algún muerto o algún matado

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