El amor nos incumbe




El domingo siempre despierto enojado. No sé si se deba al hecho de que no hice nada el sábado, a que la licuadora esté sonando a las 7 de la mañana, no sé si se deba a que ayer perdieron los Tigres, no sé si sea porque te volví a soñar con él tomados de la mano.
Los domingos debería amanecer siendo frio, tal vez tibio como mañana, pero no caliente como ayer. La cálida despedida a lo que no nos tiene tomados de la mano, a lo único que nos lleva tiempo tomando caminos distintos, pero siempre con el destino de no saber adónde vamos, mucho menos en cuánto tiempo llegamos, pero siempre el camino es tan cansado y nostálgico como la llegada, esa llegada donde no hay nada esperado y todo es peor de lo planeado.
Tú no sabes lo que haces en mí cuando Morfeo me llega, eres como todo siendo lúcida, pero nada siendo complicada, eres tan distante de lo poco olvidada que te tengo en mi rincón donde se guarda licor y se lloran lagrimas de escoces, eres lo que provoca las lagrimas cuando no me miras, pero siempre estás dominando los delirios y las letras vagas en donde te vistes de cuero y termino solo como antes de estar sin ti.
A veces me gustaría decir lo hermosa que te ves en ese vestido esta vez, sé que deleitemos tu belleza te da felicidad, sé que tal vez no tienes la edad suficiente como para ser o saber, pero cuando te necesito, siento extraño extrañarte. No sé si quedé debiéndote algo, pero tampoco sé si tú me debes algo, ambos nos dimos todo lo que podíamos, pero tal vez uno de los dos tuvo más para dar. Y hay tanto de que hablar, pero no puedo y no puedes, tú con él y yo con él, con el miedo. Dicen que no le escribas tanto a quien responde poco, pero ¿cómo no esperar tus letras?
Después del daño que, según tú, te causé y el daño que, según yo, me causaste, sigo creyendo que tú eres mi dispensa de la vida, que eres lo que me faltaba un día y nunca sentí que sobraras. Cuando entraste, la puerta se cerró detrás de ti, y parece que de la puerta tengo yo la llevé, logré abrirla pero nadie ni siquiera toca, ni siquiera gritan. A nadie le interesa entrar, nada pasará, porque en los muros de donde caminamos aun naufraga tu voz perdida en lo inquieto. La ciudad contigo era un bosque de besos y hoy ya no queda ni palabras de eso.
¿Recuerdas cuando te fuiste y regresaste? Dije “No te vuelvas a ir” y hoy, aquí, tarde de domingo, y yo sin ti. Nada esperes, me decía un ser inteligente, se congruente, repetía cuando me contradecía, no te quiere, me relataba en canciones de forma indirecta. Tú puedes, murmuró sin tanto convencimiento antes de decir cuánto me quieres.
Siempre supe que esto había muchas versiones: La mía, la tuya, la de tus amigas y la mía sintiendo culpa. Pero hoy me doy cuenta que cada uno es su propio argumento.
Cuando te fuiste, te dije “Abrázame y muérdeme, llévate contigo mis heridas”  Aviéntame y déjame, mientras yo contemplo tu partida en espera de que vuelvas, y tal vez vuelvas por mí. Te despediste, sabía que ya no estarás, al menos tuviste conmigo esa bondad. No tenía errada mi idea, te extrañaré. Decía. Y hoy todo eso parece ser cierto como en aquel momento. Nada ha mejorado, incluso ha empeorado, peor aun cuando supe que de aquel ser mejorado vives y no temes morderle los labios.
Algunos dicen que la diferencia entre animales y humanos es que los humanos matamos a distancia. Tú escribiendo desde una computadora y yo leyendo las balas directas al pecho desde otra.
Pero y ¿ahora? No puedo vivir pegado a ti, no puedo vivir respirando tu ausencia, no puedo vivir respirando el aire que me sobra porque no estás, no puedo seguir siendo el vaso vacío y roto que dejaste en la mesa, no puedo ser el vidrio que te encajas en el pie cuando la carrera vas corriendo, no puedo ser tu mal sueño y el mal recuerdo que tienes cuando en ocio vives, no puedo ser el “Es que no debió pasar” que le cuentas a tus amigas, no quiero ser el día que no quieres recordar, no quiero ser el labial que no te quieres poner porque te recuerda a cuando me besaste. No puedo estar. Mi puerta está abierta y nadie entra, no puedo poner un letrero de “ENTRA POR FAVOR, NO HAY NADIE AQUÍ, SI VES MI ROPA SUCIA Y MI PELO DESPEINADO NO ES POR ALEJAR, ES PORQUE NO ME SÉ PEINAR” pero desde que iniciamos y cuando terminamos, guardo lo que me diste cuando no me diste nada. La ciudad me sigue dictando tu voz.
Lo bueno de haber sido tu error es que los errores nunca se equivocan, siempre con exactos y correctos, como mis besos en tu cuello para volverte loca, pero de tanto error sé que debemos tú y yo pintar la vida antes de que nos destiña. Pero ¿cuál vida? Vida es todo lo que brilla, y a tus ojos todos brilla, eso significa que en ti está mi vida, a menos que halle brillo en otra orilla. Al menos sé que cada palabra es un sitio para mirarte. Y cuando me veas en silencio, estoy pensándote a gritos, en tu desliz de ternura supe que del caos nacen las estrellas, y hoy he conservado intacto tu paisaje, pero no sé hasta dónde esté intacto sin ti.
Tú debes aprovechar hoy, luego no podrás, y no digo que yo no vaya a poder, es sólo que aterra correr.

Lo bueno de la eternidad es que cada quien lo ata a su gusto, en tu nombre tengo atada la mía. En mi ciudad violenta donde sólo quiero ráfagas de suspiros y tu sonrisa estallando, y en la ciudad hay una caja, una caja que soy yo donde aun cabe tu nombre, pero aunque no estés, sé que el amor anda suelto por las calles. Pero el pasado siempre está presente en el futuro, pues una vez que el amor nace en alguien nunca se deshace, sólo busca diferentes características, cansa y descansa, pero sólo va cambiando de cama. Y en cada cama, llevo tu sonrisa como una cicatriz. Y aunque no fueras tú la ausencia, sé que toda falta es atroz
Pero no lo eres todo, también existo yo, y desde que me dijiste “Te odio” aprendí una importante lección: Di lo que piensas, piensa lo que dices.
Pero ya no te preocupes. No es que te extrañe, me gusta extrañarte sin decirlo, sólo escribirlo, es que es domingo y te necesito. Pero sí te extraño, te extraño tanto tanto como tú a él

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nunca nadie comenta. Me alegra que tú sí lo vayas a hacer.