Essined



Han pasado horas y juntándolas se hacen días, días que han pasado. Días que he perdido. Cuando se pierde siempre se gana una lección, o al menos eso queremos creer, si nos dijeran que cuando se pierde se pierde todo y es tan difícil recuperar como fue difícil de lograr, tal vez no seríamos tan positivos y el pesimismo nos dominaría, como la oscuridad domina las noches y las noches dominan a las madrugadas, cuando las calles se vuelven personas, y las personas se vuelven tan monótonas como abrigos.
Las esperas vuelven a ser desesperadas, son como ramas naciendo y flores que cortas cuando ya van floreciendo. Las esperas son tardes de sábado donde lo único que recolectas son propagandas que entregan en las calles, y en las calles entregan todo menos lo que buscas. Buscas lo que te entregan, menos lo que te dan. Y entregar y dar no es igual, ambos son verbos, diferentes letras con el significado de no buscar, siempre esperar sólo lo que te puedan dar, nunca pedir y nunca reclamar.
Es bien sabido que los sueños son tormentos que nos hacen crear estereotipos de soledades caducadas, animales raros y sueños lúcidos, sueños que atormentan.
La persona más cándida es maleable, las personas de frente erguida también se excitan y pasan tardes encerradas en su cuarto, encerradas personas solas o acompañadas, pero siempre cerradas a caminar por el pasillo, encerrado por los viejos libros que, sólo ellos, recuerdan cómo nos conocimos. Rumores inventados, besos negados y labial en el cuello de camisa, eso imaginan más de una vez las mujeres mientras esperan, odian esperar, ero esperan amar para luego poder odiar. Prefiero que me odien a que me olviden, olvidar es nostálgico, pero ser odiado me hace ver que algún día me quisiste, pero hoy no quieres quererme. Y te entiendo, he cambiado. Esperar me hartó, pensar que decir, pensar que escribir, pensar en si digo algo a alguien pueda molestar.
Todo es maleable. Música, letras, libros, personas, momentos, sillas, mesas, cortinas, días, mañanas, noches, madrugadas, mañas o manías, como quieras decirle. Maleabilidad cuando gritas, maleabilidad cuando notas que las notas no eran las correctas, correctas cuando corriges lo supuesto cierto.
Y a veces sé que tu olvido es maleable, sé que puede matar y a ti te da vida para recordar a alguien, y no sólo a alguien, sino momentos, hacer de lo malo lo perfecto, perfecto cuando no estás, perfecto cundo le dabas besos  a mis labios, cuando mis labios entregaban y hacían algo nuestro. Tu olvido y tú son maleables, dañan al que no dañe, pero para mí no eres tanto, eres como una platica nocturna de whatspp, eres como  cuando encuentro inspiración en ti y en lo mucho que me ignoras, eres cuando lo sientes y cuando lo veo a él. Son maleables, porque sé que cuando te hablen de mí tú dirás que no fue para tanto, que hace tiempo me olvidaste, sabes que no es así, a veces lees mis cartas, nadie te ha vuelto a escrito, y sólo te llega propaganda y recibos, aun me acuerdo de ti, aunque quiera no puedo negar, los días que pasé encerrado contigo en tu cuarto, yo te enseñé a cocinar, y tú a mí a ser algo importante, solíamos buscar destino para nuestros viajes, en el viejo atlas de tus padres, las fronteras cambiaron tanto, las cosas perfectas no lo son más, los libros siguen sin recordar cómo nos conocimos, y los viajes ya no tienen destino, en tu cuarto no hay nadie, olvidé ser algo importante, ya no lees mis cartas, dices que no fui tan importante como para recordarme. Pero si un día que estés sola quieres jugar a la piedra y el camino, con gusto me tropiezo de nuevo contigo

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