Monterrey es un poema de versos interminables como sus calles


El problema de cuando acaba una relación duradera no es cambiar de amo, sino dejar de ser un perro. Contigo gasté mis labios, y bien decían que la gente más alta que tú es la que da los mejores abrazos. Creo que siempre te abracé increíble y sinceramente.
Hay gente predestina a ser insomnio  de ese que se provoca de tantas sonrisas y gente predestina a ser insomnio de ese que se provoca por lágrimas y un vacío por dentro.
Hay personas predestinadas a ser poesía y hay personas que estuvieron con esas personas que son destinadas a hacer poesía. Hay quien la inspira y quien la escribe. El poeta no es poeta si acompañado está, él o ella deben conocer a fondo la soledad.
Hoy yo ni siquiera tengo con quién Salir ni en quien inspirarme para hacer poesía, hoy no tengo la mente versos que se conviertan en melodías que sean cantadas en la tocada en casa de un amigo, tampoco tengo una existencia primordial para muchas personas. Puede que termine siendo sólo yo o termine siendo Eduardo. Puede que mi nombre no rime tanto, pero el rímel con el que trataba de corregir tus lágrimas, el rímel al que tú le llamas “hacerme reír” el rímel que te decía “Anda, tú elige la película” Darle con rímel de sonrisas a una mujer llena de mocos y ojos rojos algo para que se sienta fina y elegante, que se ponga su mejor vestido y salga a la calle para demostrar lo completa y hermosa que puede ser aun sin ese alguien.
No sé qué pueda hacer yo para sentirme como hago sentir a esa mujer. La hago sentir segura de sí misma y le hago ver que a veces la seguridad es lo único que necesitamos. Me gustaría tomar mis consejos y llevarlos a cabo. También me podría gustar que alguien me aconsejara, alguna mujer que no sólo me dijera que mi bandeja de virus ha sido actualizada. Alguna mujer que me diga “te quiero” y que cuando esté sentado llegue y me dé un beso, no un beso cualquiera, un beso tierno y lleno de amor en la mejilla.
Muchas veces digo que quizá le problema de la desilusión fue esperar mucho de quien antes no te había demostrado nada, también hubo ocasiones que dije lo mal que se veían llorando, justo cuando meses atrás yo, al recostarme, no hacía otra cosa que no fuera eso.
Yo también le tuve miedo a la soledad, pero hubo un día en que se fue y entre divertirme con amigos y charlar con amigas en Facebook hasta que mis ojos no pudieran más, las cosas iban bien. Sólo necesitaba de una soda, un tema y tiempo para olvidarle de todo malo que me había pasado. Luego llegaron necesidades de guardar la soledad, comencé a estar con mujeres, de las cuales no las recuerdo todas, pero hubo una gran variedad y ninguna le cumplió a mis caprichos para amar. No es vanidad, no es locura, es sólo que no hubo una que hiciera sentir en la luna, pero siempre con los pies en la tierra, pues cuando la veía a ella era como una estrella que puede alcanzar, pero un día se fundió, y con ella se fue mi amor. Otro día ella por otro se dejó alcanzar y le entregó el corazón. No creo que haya peor infidelidad que dedicarles a varios la misma canción.
Pero el miedo regresó y hoy está aquí conmigo. Cuando estoy con alguien y quiero decirle algo no puedo, al llegar a casa le mando un inbox diciendo “Oye, esto no pude decírtelo en persona (…)” y comienzo a redactar todo aquello que con palabras hubiera tardado horas para explicar.

Quisiera decirle a alguien que tiene la sonrisa que tendrán mi hija y los ojos que tendrá mi hijo, pero sólo tengo 15 años. No conozco Bélgica y tampoco el medio del amar. Nunca he estado en una revolución que no sea entre besos de amor y besos sólo de pasión. Jamás tendré algo que contarle alguien interesante, algo que no sea algún famoso contestándome en twitter o un tweet que haya sido muy FAVeado. No le puedo presumir a alguien el golazo que hice la vez que me quité a dos y la clavé en el ángulo. No puedo presumir mi habilidad de acomodar palabras hablando, pues a veces tartamudeo, casi siempre cuando me pongo nervioso. Nunca he sido un buen lector, pero eso no impide que quiera ser parte de un eslabón tuyo para llegar un día a serlo todo, incluso tu orgullo, donde me establezca deseando que me quites  la pereza de no salir a buscar nobleza.

Yo sigo trabajando sin guion para ser tu rímel, basado en risas y en buenos ratos a tu lado. Sigo buscándote, entre ser el hombro de lamentos de tantas en alguna saldrás tú. Prometo dejar mi inseguridad.

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