Como prevaricadores van a prevaricar ¿no?


Las noches, el tiempo y las nubes corrieron antes de mirar. Los relámpagos, el agua, los truenos y el temor del rapaz no se hicieron esperar hoy.
Pasaron entre ellos 3 años que ahora lamento cosas que jamás hice, pero jamás arrepentirme de lo que hoy es concreto. Como el concreto donde marqué nuestras iniciales justo las que ahora pisas cuando caminas con él.
En este tiempo hubo relatos que jamás creí, canciones con las que jamás lloré, besos que no regalé y cosas que, sin perdonar, perdoné. En este tiempo vi nacer, crecer y morir. No necesariamente en ese orden. A veces la gente crece cuando muere.

Cuando hablo de los ayeres, debo hablar de las derrotas aceptadas, de las lloradas y las negadas, mas que hablar de un triunfo, sin tristeza no hay felicidad dijo nadie nunca.
En una bolsa negra de basura se fueron tus cartas y muchas cosas. No diré que no las extrañaré, tampoco diré lo mucho que necesité leerlas de cuando en vez. Mucho menos quiero recordar el día que las entregaste para mí. Ahora que si hablando de derrotas estoy, debo hablar de mi presente donde los libidos le ganan al deseo de querer, donde besos de pasión le ganan a besos de amor, donde una carta no vale lo suficiente para nadie como para ser entregada, mucho menos para ser redactada.

Ahora que si hablamos de triunfos, puedo abrir mi carpeta y mostrar las mil y un historias que en hojas de papel plasmé, puedo mostrar las canciones que escribí y los versos en los que te visualicé. Puedo mostrarte el soneto que te hizo llorar, puedo contabilizar las veces que en ellos lágrimas derramé, pero puedo celebrar más que hace unos meses de ti ya me despegué.

Si hoy hablamos de mis cuentos podría contarte más de 10 historias, y casi todas tiene tu mención, casi todas hablan de amor, una habla de un conejo que no le gustaban las zanahorias, pero era el mejor conejo en todo. Lo escribí cuando un amigo que disfruta de la su homosexualidad me dijo que tenía problemas con su familia y amigos, pues no lo aceptaban tal cual es, incluso lo excluían y decían “Tú no puedes”.
Nunca quise dejar de trasmitir mis vivencias plasmadas en cuentos, nunca quise hacer cuentos, pero de alguna u otra manera de veces reprochar sin reprochar lo que sientes ¿no, jovenazo?

Si creen que soy bastante sentimental, que critico mucho, que opino de todo, que reprocho a todos, que soy meloso, romántico, pasado de peso, que creen que hablo de música mucho, que creen que a veces hablo en verso, que creen que hablo de política bastante, que piensan que soy una persona muy segura…mente tímida. Si creen que mi habilidad de llorar por cualquier pormenor es elevada, si creen que me he enamorado de hombres, si creen que valoro más un sábado de videojuegos a uno con amigos sin importancia, si creen que soy un caballero de esos escondidos que aun quedan, saben bastante de mí. Lo suficiente como para confrontarme, arrestar mi corazón, herirme, tirarme y no ayudarme a levantarme. Sí, para hacer eso que hacen los cobardes.

No tengo más de 10 cuentos de hadas, tampoco tengo mil historias de libélulas donde salven a la princesa, tampoco tengo un cuento de cenicienta donde yo maté a la bestia.
Tengo la idea de dormir en una casa del árbol, quiero acampar en el pasillo de mi casa, llevar sándwich, en mi sala acomodar dos sillones y poner una sábana encima, quiero azar malisios vízcos, quiero volver a ser infante, quiero no enamorarme, quiero no escribir en verso, quiero decirle a ella que nunca le dije eso, robarle un beso y volverte tenso al ver su partida, malvada vida mía, herida mala mía, ¿dónde me hallo si no en ti, melancolía? El día sin ti acabó, la noche con lluvia llegó, la tierra y mala vibra se llevó, la verdad mató al corazón, pero vivo escribiendo y en verso yo. Oh yo.

Quiero decirte lo que siento, y que al responder no te limites a los “:$”

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