Es martes y otra vez mi antipatía por los demás de mi clase
me hizo no asistir a las mismas hoy. Llega un punto en que después de 3 años no
soportas las mismas estupideces, risas absurdas y falsas idolatrías. Llega el punto
en el que sólo quieres quedarte en casa para ver la tarde en tu ventana, ver
qué pudieras hacer si tuvieras a Alma.
Al menos sé que no estoy solo. Leo a 265 personas en twitter y creo que habrá
alguien quien me pueda leer. O al menos quiero creer eso. Por lo menos tengo
mis discos de Torreblanca y Racontheurs. Oigan, está bien que quiero olvidarme
un rato de las cosas, pero jamás dejaré de oír esas piezas. También tengo una mecedora en mi cuarto y me
gusta sentarme ahí y leer. No suena tan mal, pero sí lo es.
No elijo esto por placer, es sólo que interactuar con esa misma gente y decir las mismas cosas, llega a un punto malo donde decides mejor estar solo.
Antes lo disfrutaba, disfrutaba cada día cada compañía, pero tenía una especie de ceguera temporal que se acabó hace algunos ayeres, y puedo ver claramente que mi acorde no da con sus notas. Por lo menos si me quedo en casa, puedo interactuar más con mamá y aprender de todos esos datos ociosos que leo a diario. Al menos tengo algo que decir y conmigo no habrá tal silencio incómodo. A menos que seas tú uno más.
Hubo tantas cosas que repetí y que creí estaban bien. Hubo cosas que les dije hasta aquí, hubo personas de las cuales me deshice y me siento más vacío pero más lleno de libertad y seguridad interior. Justo cuando voy a conquistar al amor de mi vida, aparece el amor a mi inseguridad y termino solo como cuando empecé. Creo que a pesar de eso sigo odiando el sabor de una victoria.
Al menos en la soledad del cuarto, tengo la habilidad para poder escribir y expresarte. Expresarte, no expresarme.
No elijo esto por placer, es sólo que interactuar con esa misma gente y decir las mismas cosas, llega a un punto malo donde decides mejor estar solo.
Antes lo disfrutaba, disfrutaba cada día cada compañía, pero tenía una especie de ceguera temporal que se acabó hace algunos ayeres, y puedo ver claramente que mi acorde no da con sus notas. Por lo menos si me quedo en casa, puedo interactuar más con mamá y aprender de todos esos datos ociosos que leo a diario. Al menos tengo algo que decir y conmigo no habrá tal silencio incómodo. A menos que seas tú uno más.
Hubo tantas cosas que repetí y que creí estaban bien. Hubo cosas que les dije hasta aquí, hubo personas de las cuales me deshice y me siento más vacío pero más lleno de libertad y seguridad interior. Justo cuando voy a conquistar al amor de mi vida, aparece el amor a mi inseguridad y termino solo como cuando empecé. Creo que a pesar de eso sigo odiando el sabor de una victoria.
Al menos en la soledad del cuarto, tengo la habilidad para poder escribir y expresarte. Expresarte, no expresarme.
¿Han mirado cómo todo va al declive temporal? Ella se fue,
las comodidades se fueron, era difícil decir “estoy bien” pero tampoco estaba
mal, era difícil decir que necesitaba a alguien, porque a quien necesitaba era
conocerme a mí, era poder decidir qué quería comer, era decidir yo qué película
quería ver en el cine, era poder decir “Hoy me voy directo a casa” Era poder
escribir sobre esa chica del autobús que me miró, que la miré y me sonrío y que
desde ese día la sigo buscando, pero creo que era de esas personas que suben al
transporte público una vez en su vida, enamoran a alguien y sólo bajan y la
miras por la ventanilla. No es la primera ni la última vez que me pasa.
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