Ya
pasaron varios días desde la llegada del 2012 y apenas estoy publicando esto, pues el primer día del año amanecí con
internet y después de rato mi módem murió.
El 2011 fue un año lleno de cosas buenas y cosas malas. Al igual que todos los
años que hemos vivido aquí.
Hubo momentos de total felicidad. Esos
momentos fueron de enero a mayo, después las cosas empezaron a doler, a
cambiar, a agotarme, a desgastarme, a enojarme, pero esas turbias aguas se
calmaron con lágrimas de dolor y necesidad. El verano pasó, volvió el
otoño; con el otoño, volvió el sabor
amargo de romper una relación. Llegó también la confusión y la desesperación.
El equipo del que soy un gran seguidor, Tigres de la UANL, quedó campeón del
torneo de Fútbol local. Después de 29 años el equipo logró ser campeón y darle
esta gran alegría merecida a la mejor afición de México y, quizá, mejor afición
del continente.
Para lograr lo que Tigres logró, al igual que en cualquier cosa que se presente
en la vida, se tienen que usar cimientos, esfuerzo, dolor. Se necesita tener
una idea de que no tenemos nada y de que vamos a ir por todo. Se necesita un
buen líder que te dé actitud, carácter y valores primordiales para ejercer el
día a día de nuestra vida. El hecho de no tener un líder, que quizá pueda ser
un papá, un abuelo o algún profesor, no es razón para no tener que esforzarse y
entregarte a lo que amas y lo que anhelas. Así como una afición esperó, lloró,
pero aun así se mantuvo ahí, tú también puedes llorar, esperar y, sobre todo,
mantenerte ahí esperando y deseando cada vez más lo que quieres.
En Tigres hubo épocas en que fueron los últimos de la tabla general que consta
de 18 equipos. Así tenemos momentos nosotros en la vida. Tigres no siempre tuvo
a jugadores como Viniegra, como Ayala, como Lobos, como Danilo Verón. También
hubo jugadores como Pablo Nagamura, como Ariel Bogado, como José Antonio
Castro. Pésimos jugadores que venían aquí a hacer NADA, que venían por el
dinero. Pero la afición se mantenía ahí esperando el día en que íbamos a sacar
ese grito de “Somos campeones” y ¿qué mejor que gritarlo en nuestra casa? Junto
a 43 mil seguidores de Tigres, luego en la Macro Plaza eran más de 200 mil aficionados
cantando, gritando, ondeando banderas, llorando. Los viejos que les tocó ver el campeonato del
78 ó el del 82, junto a los que llevan nombres como Gerónimo, por Gerónimo
Barbadillo, nombres como Osvaldo, por Osvaldo Batocletti, nombres como Pilar,
por Pilar Reyes. Estos se juntaban con
nosotros, nosotros los Tigres de la nueva guardia, los que nos tocó nacer como
Tigres de verdad en la época de Gaitán, y vimos el declive con el Tolo Gallego,
con Pékerman, con Guzmán. Vivimos los de la nueva guardia, quizá, la PEOR época
de Tigres en todos sus años de hermosa y justa historia. Pero nos tocó gritar
aquí en casa el grito de “SOMOS CAMPEONES”, y tú dirás ´Los campeones fueron
los jugadores. Ellos son los que juegan´. Si dices eso, no conoces la afición
regia. Somos los que llenamos estadios de visitante, somos los que llenamos un
estadio de 43 mil personas cada sábado, somos los que reímos, lloramos y
cantamos junto al equipo, somos los que nos tatuamos el escudo en el corazón,
somos incomparables. ¡Somos TIGRES!.
La vida nos dio la oportunidad de empezar mucho muy bien el año y de terminar
muy bien el pasado. Ahora Tigres YA NO ES CAMPEÓN, YA NO FUE EL MEJOR EQUIPO
DEL AÑO, YA NO FUE EL MENOS GOLEADO DEL AÑO, YA NO TIENE LOS MEJORES JUGADORES,
NO TIENE A EL MEJOR PORTERO, NUNCA HA SIDO CAMPEÓN, NUNCA HA SIDO SUPER LIDER,
NO ESTÁ AÚN EN LIBERTADORES. El equipo YA NO TIENE NADA DE GLORIA. Sólo está su
afición. Este año y este torneo, empezamos OTRA VEZ desde CERO. Seremos
humildes, no como aquellos de en frente que se embriagan de triunfo y andan
fracasando aquí y en Japón.
La vida ya nos trajo otro año. Ya son 2012 años de la supuesta aparición del
mesías, de aquél niño mágico que provocó guerras y desacuerdos en el mundo. El
que provocó la idea del genocidio en Palestina. Ese niño mágico.
Por azares del destino, no formé parte de los más de mil “daños colaterales” de
la guerra absurda, perdida y estúpida en MI país. Claro que no salía y temía a
diario, al salir de casa para ir a la escuela, con no volver a casa y poder ver
a mis hermanos, papás y mascotas.
Creo que no es justo, y seguirá siendo injusto que haya muertes, muertes y
muertes por esta mala estrategia y guerra perdida de Calderón.
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