Pero tu vida es tan corta al igual que la mía, y yo llevo en el pecho una honda herida



Cuando era aun más pequeño de lo que soy, creí que las cosas iban a ser muy fáciles. Creía que entrando a la secundaria mi vida sería fiestas, desorden, rebeldía, novia, fútbol, música. Se dio eso, a excepción del desorden, rebeldía y fiestas. No me gusta ser desordenado, en eso me parezco a Andrea Balency, no me gusta ser rebelde, pues hoy en día no existe tal rebeldía, los rebeldes obedecen a sistema de rebeldía, que suena irónico, pero siguen siendo parte de un protocolo.
Tengo 15 años y hoy inicia otro mes.  Siempre había imaginado mi vida aburrida, sin salir, sin cortarme el pelo, divirtiéndome con lo que tengo pero deseando lo que me falta. Hace unos días escribí algo llamado “Si no eres feliz con lo que tienes tampoco lo serás con lo que te falta” y esa frase tiene tanta razón, porque las necesidades siempre estarán, siempre necesitarás algo más de lo que ya tienes.
La gente no es tan diferente, pero todos iguales, el político y el mendigo sólo se diferencian en que uno usa papel para dormir y otro usa papeles para comprar elecciones, para callar a los medios. Papel, árboles, aire, vida. Pero si somos tan iguales ¿por qué necesitamos y extrañamos a alguien en específico? ¿Por qué nos aferramos a alguien que ya no se aferra a nosotros? ¿Por qué de entre tanta gente creemos encontrar a alguien diferente? Cuando niños nos reprochan por llorar, cuando grandes se ríen cuando lloramos. Cuando niños nos gritan para que no gritemos, cuando grandes gritamos para que no griten, nos educan para casarnos, para ganar dinero y para criar igual a nuestros hijos sin preguntar para qué lo hacemos. Leemos lo que dicen que leamos, vemos lo que dicen que veamos, oímos lo que dicen que oigamos, comemos lo que dicen que comamos, y al mismo tiempo de que nos harta ser tan repetitivos y no ser sonámbulos de media noche, no nos gustaría cambiar e intentar cosas diferentes.
A veces llegan cosas que vienen a hacernos recordar lo que no queremos hacer, lo que ya no podemos hacer y lo arrepentidos que estaremos en el futuro. Quizá esa hamburguesa que comiste hoy hará que te arrepientas mañana cuando tus arterias estén tapadas y tengan que drenar tu sangre, quizá hoy no sabes que una bala y un cigarro tienen el mismo objetivo y tamaño, pero diferentes velocidades. Nos recuerda lo que ya no podremos tener, pero no nos dicen qué podemos tener aun, a veces no puedo ya prometerle a alguien regalarle el mundo entero, ni siquiera sé si pueda regalar mi mundo o crear uno nuestro, no sé si pueda volver a hacer magia y volver a decir creyendo que es así un “Te quiero”
Las miradas se rompen y los años son tan torpes, me parecen tan cerca y tan lejos los buenos momentos, pero volvería a pasar el mismo camino a buscar esa piedra con la que tropecé,  aunque esté lleno de miedo a lo desconocido, es mucho peor saber que ya nada va a cambiar. El momento que pasas y se escapa no vuelve a pasarte, y aunque lleves sangre necesitas a una víbora que te pique y la haga densa, y si me dices adiós en diciembre piénsalo dos veces. Pero volvería a andar en el mismo camino y buscaría esa piedra con la que quise tropezar.
A veces la vida moderna nos hace creer que no es tan compela, ser superficiales y venenos mortales naturales es el escape donde estamos, porque que la tierra nos trague es la única salida.

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