Luna, tú que la ves, dile que la extraño.


Cómo pasan las cosas. Nunca me he preguntado eso, sólo dejo que suceded. Quizá si no le pongo atención no haya tanto daño ni tanta desilusión.
No sé qué tan mal esté, pero hay veces que aun hasta te sueño y tengo miedo. Sí, miedo de estar contigo y de creer que aun te necesito. ¿Ven cómo son las costumbres?

Esto de poder sentirse bien en soledad, comienza a gustarme. De cuando en vez estoy con alguien, platico con alguien siempre. Sé las suficientes cosas como para sostener una conversación. Quizá si tuviera el valor para hablarle a esa chica que veo todos los días en el camión (transporte público) me sentiría aun mejor.
A veces me gusta idear una vida antes de dormir, me gusta imaginar un mundo donde ella me habla me pregunta la hora y se me ocurre el mejor chiste para el momento. Le robo una sonrisa.
Después espero ansioso el camión, la veo en ese asiento con sus auriculares viendo por la ventana con el cabello moviéndose. Como cuando lleva esa blusa de flores pequeñas.
Se ve lo suficientemente culta con sus libros, con sus gafas de armazón naranja, con su lunar cerca del labio y con esas mejillas. Debo confesar que un día no fui a clases, sólo seguí en el camino para ver a dónde iba ella. La chica bajó del camión y yo seguí sabiendo dónde estaba. No he escuchado su voz, pero me imagino algo dulce.

No sé si se crea linda, no sé si tiene novio, no sé qué edad tenga ni cómo se llame. Me aterra decirle lo linda que es y que un día me dome a su placer cual simio amaestrado tras de ella, me aterra recibir migajas del pan de cariño y fidelidad que le dé, me aterra que sea una falsa mujer.

Son muchas historias que puedes crear a partir de una percepción. Quizá lo que dije sea todo falso, pero no es. O quizá sí y mi deber como escritor es hacerte creer, como lo hicieron los apóstoles con la biblia.
Es como el patán que le dice “Te amo” y en la segunda cita termina tocando su pecho, ella confundida piensa que está bien. Después él va contándolo por ahí, acabando con todo erotismo y todo secreto de pareja.
Puedo idear mil y un historias en una noche, puedo hacerte dos mil y un versos sin explicarme por qué hago eso. Puedo enamorarme tantas veces una noche entre mujeres en una tienda de acetatos y entre mujeres en una tienda de videojuegos, puedo enamorarme si me hablas en Facebook hasta que amanezca. Puedo hacerlo, pero ninguna de ellas se entrega.

Hoy no tengo mucho. Sólo una pluma y dos hojas de papel tiradas en el suelo desenado que un dibujo sea plasmada en ellas, tengo un celular esperando tu voz, tengo un sentimiento esperando explotar por alguien que sienta que lo mereza, tengo un nerviosísmo por saber que mañana es otro día. Tengo un vacío que cubro con falsa idolatría, con besos de una chica y con helado de la sultana. Lo cubro con lo que sea, menos con el compromiso que tanto busco y no encuentro. Y no soy de esos fáciles que se cansan de buscar.

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