Nunca son mis pasos los que pisan tu duela

Lo que hago no me agrada, no me llena; algo me falta. No puedo hacer deporte por múltiples complicaciones respiratorias, no tengo con quien salir, no tengo que hacer, a veces no hay de qué escribir, la música siempre suena al mismo riff, no hay algo interesante en Youtube, no encuentro interesantes libros que me atraigan y le ganen a las redes sociales en cuanto a mi atención se trata, no hallo una actividad que me tenga deseando que nazca el día y llegue la hora para practicar o llevar a cabo tal o cual actividad.
Qué fácil es escrbir, acomodas simbolitos en forma que le dan un sentido a lo que escribes, líneas de simbolos que crean más líneas de simbolos pero ahora más alargadas y con ligeros espacios, creando sentimientos y plasmándolos en simbolos.
Me gusta escribir, de alguna forma le llego a alguien lejano a mí y ajeno a la historia real o ficticia plasmada, cercano a la historia real o ficticia plasmada y ajeno a mí, entonces te das cuenta que todos somos tan similares, no abrazamos lo que tenemos, porque todos tenemos lo mismo. Mismos gustos, mismos disgustos.
A todos nos gusta la poesía, pero muy pocos pensamos en la misma persona a cada verso meloso.
¿Dónde quedó la utopía? Recostada en la cama. Deseando seguir creándose, deseando seguir llevando una idea poco coherente a mí hoy.
Mi pelo volando con al aire, mi barba picándome. Mi ropa arrugada y mi calzado sucio, mi mirada caida y mi mente en todos lados, menos aquí, donde debería.
Podrían decir que divago mucho, se podría mencionar que imagino todo el día lo que escribo, se podría casi jurar que me importa escribir, se podría tomar como aseveración que mis problemas lumbares son por mi postura frente a la computadora para escribir. Se pueden decir y suponer tantas cosas, pero no digan una suposición.
"Siguiendo las prescripciones de la moral en turno me receto tiempo, abstinencia, soledad" dijo un día Sabines.
Me gusta, me encanta escribir. Me gusta, me encanta escribirte. Me gustas, me fascina pesar tocarte. Te toco, me fascina gustarte.
Es fácil hacerte el amor, te lo puedo hacer justo ahora. Abrir Facebook, abrir whatsapp. Abrir tu ventana de chat y escribirte palabras. No leeras, sólo escribirlas. No quiero ver qué escribo, quiero escribir. No quiero pedirte perdón por decir cosas inpropias, quiero escribir. No quiero que me tomes en serio, tal vez sólo te usé de inspiración nocturna. Nostálgica y melancódolida, así era la noche en que tanto te escribí, pero no quise llegar a ti, sólo quise escribir.
No quiero estudiar para escribir. No quiero matarme leyendo libros que no me gustan, no quiero que me digan reglas para escribir, no quiero ser aplaudido como Sabines en Bellas Artes el 30 de Marzo de 1996 porque jamás seré merecedor, en esa época de buena literatura, debo admitir que aún no nacía. Sí, soy tan jóven que en Marzo de 1996 aún no nacía.
¿Qué quiero lograr con escribir? Llegar, no busco hacer que alguien se identifique, no busco verlo como una obligación, no como un trabajo. No busco verme como "interesante" al decir que me gusta acomodar palabras, no busco hacer un libro. Tal vez buscaría practiar y ser veráz, tener agilidad en los dedos para cuando me pida a mí mismo hacerte versos de amor, y cuando me pida a mí mismo hacerte una carta de adiós. Busco nada pero encuentro tanto en tan inmenso medio de medio miedo.
¿Qué busco con escribir? Alguien quien le guste escribir. Tal vez llenar sus ojos, llenar su cuarto, llenar sus paredes de letras inmensas de pocas sílabas.
Busco escribirte letras anémicas, carecen de sentido pero expresarán amor, busco llenar tu pecho de letras suaves como tu delicadeza, pero sobre todo quiero tatuar en ti palabras, tal vez no melosas, pero palabras. Quiero escribirte una historia donde fueras la protagonista que muere, para saber lo inmune y frágil que eres, quiero ser el que muere por no verte, para mostrarte todo lo que en mí vales, en mi edad, locura y decibeles de tus ruidosos "Te amo", que me importas y todas mis letras mereces.

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