No busques una tangente



Una tienda vieja de discos. Desde que recuerdo salir con mis papás y ver ese excéntrico anuncio de un avión estrellado en un edificio, recuerdo haber visto esa tienda de discos. Han pasado los años y en busca de música no digital, tomé un camión urbano y me dispuse a ir a esa vieja tienda. De alguna u otra forma esa tienda significaba algo en mí. No sé qué podría significar, pero algo importaba para mí.
Al principio estaba el radio-pop. De fondo sonaba “You only live once” de los Strokes. No es la mejor canción de ellos, hubiera preferido “Soma” pero yo no soy el que elige los tracks para ambientar el lugar.
Mi camino continué y cambió, ahora sonaba Coussins de Vampire Weekend. Me hizo recordar lo mucho que me agradaba esa banda cuando yo iba en primaria, sus raíces africanas con ritmos parecidos a los de una tribu amenizaban el camino de la primaria a casa. “Cape cod kwassa kwassa” era el acompañante más fiel en esa época. Había muchas más bandas sonando en mi reproductor, siempre buscando algo nuevo, me había olvidado por completo de mi primer CD de Nirvana, el de Avril Lavinge. Estaba en tercero de primaria quizá.
También hay música que hoy recuerdo con mucho cariño y hoy es de mi gusto. El Pipiripau, la chica que soñé de tropical panamá, las sabrosas canciones de la sonora santanera. Bandas y canciones que definieron a mi ciudad, canciones que mis papás salían a bailar. Canción que forjaron personas con el ritmo relajado y tropical de la vida. Ahora no quiero ni imaginarme qué clase de personas forjará la música popular de hoy.
Ahora busco hasta la música más remota, extraña, pero que a final de cuentas te exprese algo.
Año 2009 ingresé a la secundaria, época donde me preocupaba llevar con el ritmo de mis pasos el compas de The pretender de los Foo Figthers. No tenía a nadie y nadie me tenía en esa época. No me temía a nadie y nadie me temía. En esa época.  Me encantaba lo que todo lo que me hizo sentir de nuevo y recordar esa vieja tienda de discos. Eran tantas cosas en tan poco espacio. Eran vivencias e historias descritas con canciones, eran canciones que describían historias. Eran pasos que marcaban ritmos, eran ritmos que me marcaban, marcaban mi inicio de adolescencia, adolescencia que hoy no termina, no termina la  música, la música no termina. No termina nada.
Recordé a Radiohead. Nunca fue de mi total agrado. Sólo oía las canciones más sonadas: Creep y Karma Police. Recordé ese cortometraje con Johnny Deep, que por cierto a veces se parece tanto a Jack White, otro de los personajes con diversas bandas que marcarían mi vida (The raconteurs- White stripes), donde estaba en una tienda de discos algo similar, entonces se le acercaba a una mujer que escuchaba la misma canción en el mismo disco. Sí, con esos auriculares que nunca funcionan bien. Los que están pegados a unas cabinas. Recuerdo que ese día yo escuchaba “Sin despedir” del disco “Déjenme llorar” de Carla Morrison. Esperaba que llegara mi Johnny Deep versión juvenil femenina, pero jamás llegó. A veces me cuesta entender lo diferente que es lo que causa una canción a lo que ves en tu perspectiva. Puedo detonar una bomba de canciones y cada uno lo tomará de distinta forma, con distinto significado
No podía negarme que necesitaba algo más que unos audífonos, música y un iPod. A veces escucho tantas canciones de amor perfectas para dedicar a alguien. A falta de hallar a una valiente mujer, me limito a inventar mujeres son palabras en mi cuaderno, acerco mi cuaderno y le pongo canciones que algún día, no muy lejano, alguien que exista escuchará.
No había tanta necesidad en seguir en esa tienda, tampoco había necesidad de irme, no tenía a donde ni con quien ir… bueno, tengo mucho tiempo sin tener adonde ir o con quien ir. Creo que escuché alrededor de 60 discos. Ya tenía 4 en la mano, estaba dispuesto a pagarlos e irme a comer algo, pero algo me seguía deteniendo. Como cuando ves una chica linda en la calle y esperas volverla a ver, vuelves al mismo lugar pero nunca llega, y si la ves para con él.
En la caja una cajera, parecía una Wannabe Punk hipster rock runway. Tenía más perforaciones que vergüenza, al ver mi adquisición dijo que esas bandas era buenas, dijo que me tomaría un buen rato para olvidar cierta canción. Yo sonreí y dije “No te preocupes, no olvido canciones”
Ella me recordó tanto a un viejo amor, la misma chica wannabe queriendo saber más de música de lo que sabe, presumiendo a Strokes y amando a Casablancas. No iba en mi secundaria, iba a una aledaña. Siempre la odié tanto que los sábados pasaba por su casa sólo para verla y fingir hacerle una mala cara.

Last Nite, she say.

Después de salir de la tienda, tenía una memoria refrescada y recordé tantas canciones, tantos ritmos y tanas ocasiones en las que no cumplí. Nunca aprendí a tocar un instrumento.

Revivo recuerdos con el cover que hizo Arctinc Monkeys  de “Baby im yours”
Nunca fui a esa tienda. Las historias pasaron. La tienda hace años la quitaron. Me gusta creer qué hubiera pasado si hoy pudiera ir. Sólo piénsenlo: ¿Qué clase de tienda de discos regia pondría algo que no fuera Belinda o Paty Cantú?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nunca nadie comenta. Me alegra que tú sí lo vayas a hacer.